lunes, 29 de septiembre de 2008

Amor gordo


Ella almuerza con su novio, es gorda. Mastica con la boca abierta, gesticula mucho y no se saca los anteojos de sol a pesar de que estamos adentro del local. La gente que usa anteojos de sol en un interior o de noche es imbécil o se cree más importante de lo que es o ambas cosas a la vez.

El novio de la gorda está como distraído, no habla ni la cuarta parte de lo que habla ella; mira para los costados, por la ventana, mira las paredes del lugar, la escucha sin mucho interés. También tiene anteojos pero por ser corto de vista; es gordito pero parece menos ordinario que ella.

Pido un flan con dulce de leche, porque quiero, porque me gusta.

Los gordos, sentados uno frente al otro, se toman de la mano por encima de la mesa. Ella habla, él escucha distraídamente y mueve un pie, nervioso, seguramente fastidiado de la charla. La gorda tiene en su muñeca un reloj armatoste, un accesorio a la altura de ordinariez. Le pidieron rabas fritas al mozo, toman Sprite de litro y medio.

No encontré mi DNI antes de salir. Ayer me di cuenta de que me faltaba, cuando tanteé mi bolsillo al ver un patrullero. No sé dónde quedó. Decidí salir igualmente a la calle, estaba harto de estar encerrado en mi casa pensando en ella. No tengo ganas de buscarlo y mucho menos de pensar que lo perdí y que tendré que volver a hacer el trámite para sacar un duplicado.

La gorda come las rabas y ahora papas fritas con la boca abierta. A veces mastica con la boca cerrada y otras no, alterna entre lo asqueroso y lo aceptable.

Tiene labios carnosos y una boca generosa. Debe chuparla muy bien. Por eso su novio gordo le tolera tanta charla plagada de trivialidades y desagrado visual. Por eso no le pide que se saque los anteojos de sol. No le importa nada con tal de que ella más tarde se la chupe.

Fumar es una mierda pero igual a veces lo hago. Ya no sé si lo elijo o si tengo la necesidad. Un cigarrillo por día como máximo; más ya me da asco, me deja un sabor tóxico en la boca y olor a humo en la ropa. ¿Me habrá dejado ella por eso?

La gorda habla y habla, come y habla. El gordo sólo come, lentamente y de a bocados más chicos. La escucha pero seguramente piensa en la próxima vez que ella se la vaya a chupar.

Uno es lo que consigue, sean logros materiales, intelectuales o afectivos. Uno es el resultado de lo que hace, si llegué a este punto es porque yo me lo busqué.

La gorda menciona Necochea, San Bernardo, balnearios ordinarios que pertenecen a esta clase de gente, lugares feos adonde ellos se sienten a gusto, donde pueden reproducir la fealdad local fuera de sus casas, y compartirla con otros de su especie.

En inglés, a la morcilla se la llama “blood sausage”, lo que aumenta el rechazo que ya de por sí me genera su sabor. No puedo creer que cuando era chico disfrutara de comer morcilla. Pensar que es la sangre del animal, ya no la carne sino el mismísimo líquido viscoso que derrama cuando lo matan. ¿A qué cerebro inferior se le ocurrió que podía hacerse un alimento con ese residuo? Los dos gordos comen morcilla. Quizás en el fondo estén enamorados o algo así. Las relaciones son tan complejas.

Llega la cuenta. Se olvidaron cobrarme el recargo por el dulce de leche del flan. No les aviso. Me levanto y salgo del lugar. Los miro a ellos, dulces y gordos, hacen tan linda pareja.

3 comentarios:

Griselda García dijo...

muy bueno!

Unknown dijo...

Me dieron ganas de comer una morcillita,
y de estrangularlos a los dos.

Ingrid Proietto dijo...

no seas así, puede que entre con los lentes puestos porque tiene conjuntivitis, o porque estuvo llorando toda la noche y prefiere que la tomen por estúpida antes de piensen que es super estúpida porque se pasó la noche llorando.capaz que le dieron una paliza y no quiere que los demás lo comprueben, aunque la mayoría se imagina una paliza mayor cuando la ve tan dispuesta a dejarse las gafas.claro que vos dirás que si le pegaron es más imbécil todavía, pero habría que ver...