Si es filósofo aquel que ama a Sofía
Yo lo soy con el alma y con los huesos;
Mas me impide mostrárselo con besos
La voluble Fortuna en su porfía:
Pues casi no acertó a pasar un día
De aquel que de su rayo caí preso,
Que estaba ya anhelando su regreso
De su tierra de eterno mediodía.
Corriendo enloquecido por el suelo
La sombra venerada de su vuelo;
La selva de puntillas hacia el cielo
-De mi anhelo instrumento repentino-
Se empina y rasga el aire cristalino.