domingo, 3 de febrero de 2008

Dadme! Oh, cavilante malevo,

por Valeria Tentoni

Dadme! Oh, cavilante malevo,
Tus salivales impúdicos,
Tus gestos sonoros y turbulentos.

¡Tu dentadura de hielo,
Tus susurros belísonos,
Tu mano exploradora!

Tu cuerpo extraño en este cuerpo,
Dadme el placer de tu dulce placebo.
Convídame acaso un trozo de tu eternidad,
Un simple relato añejo,
De cómo por entonces solías amar a otras.


¡Haz gemir a todos mis nervios!
¡Despójame de inciensos y perfumes,
Imprégnalo todo de sudor de tiento!

Hazme cruza de anacrónicas sirenas,
Con sedientas burbujas de mar.
Corrompe mi materialidad humana;
¡Hazme líquida!


Aduéñate de mis piernas,
Desármalas en colorido abanico,
Juega con ellas y sus articulaciones
Mientras el silencio se oscurece en un alarido.

Detente a mitad de camino
Y regocíjate en mi deseo:
Yo te doy permiso.


Reanuda los lazos,
Desparramando mis cabellos en tus sábanas de rocío.
Haz que el fuego desdibuje mi pubis caoba.
Que la velocidad arrase con los pudores.
¡Hazme viento!


Dadme la tibieza de ese roce intermitente
Arañando las entrañas desde la piel tus uñas.
Describe el camino a mi exilio
Con todas tus humedades.


Luego, tan sólo no me abandones.
Hazme niña, y acúname en tu hombría.
Aguarda a mi sueño como se espera al alba,
Con los ojos abiertos.
Mañana ya podrás devolverme al camino.


Todo esto,
Hombrecito,
No te lo ruego.
Tan sólo te lo ordeno.

4 comentarios:

Lucas dijo...

www.terceraroca.blogspot.com

marian dijo...

como siempre, mi queridisima, grandiosa

principio de incertidumbre dijo...

un gusto el blog y leer a la chica de revista quetrófila.


:)

TiTo A. dijo...

Qué bueno el sudor de tiento. Tiene de cosa reconocida a tientas, de tentación y, por supuesto, de húmedo tendón correoso. Abur.